Sentado sobre una roca, un ser de silueta delgada y anchos hombros esperaba la llegada de su enviado mientras contemplaba la desolación de su valle.
De pronto un ruido y el cielo oscureció. Una imagen apareció.
- Veo que no has logrado cumplir lo que te encomendé - Dijo una voz dulce que salia de aquel ser sentado sobre la roca.
- Lo siento maestro, pero Sonos se entrometió - Respondió el que acababa de llegar.
- Sonos. Aquel ausente de este valle - Una mirada cruzó el cielo oscuro. Unos ojos llenos de tristeza. - Bien, no estará siempre protegiendola.
Sonaron truenos y la lluvia empezó a caer. Relampagos iluminaron los cielos negros. Una figura pequeña apareció con el resplandor del último haz de luz.
- Maestro, dejeme ir a mi. - Dijo aquel pequeño de ojos largos y negros.
La lluvia seguía cayendo mientras el rostro de aquel ser sentado sobre la roca miraba hacia el cielo como buscando algo que no encontraba.
- Si tu deseo es hacerlo, pues ve, no lo impediré - Dijo mientras se puso de pie y extendía sus alas en toda su magnitud. La mirada volvía hacia el valle gris que tenía en frente. Los ojos se llenaron de lagrimas mientras cantaba.
- Gracias maestro - Alcanzó a decir aquel pequeño antes de desaparecer en el siguiente relampago.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario